Solo los que llevan muchos años viendo y disfrutando de la F1, dan valor a los momentos que estamos viviendo, la primera vez en la historia que un piloto Español es el autentico dueño y señor de este deporte, podria ir donde quisiera cualquier equipo echaria a uno de sus pilotos por tenerlo en sus filas, algunos lo critican pero no sabran lo que es este momento hasta que no este en la F1 entoces y solo entonces echaran de menos estos dias.Solo espero que otro Español nos haga disfrutar igual pero es muy dificil volver a ver esto, si no que se lo pregunten a los Franceses o Italianos, llevan años sin tener un piloto como fue Alberto Ascari o Prost. Hay que disfrutar el momento no sabemos si lo volveremos a pasar tan bien.
Hoy martes se inaugura en el Centro de Arte Canal la Fernando Alonso
Collection, el primer repaso oficial a la trayectoria del doble campeón del mundo. Un viaje espectacular a través de los recuerdos que definen la vida profesional de uno de los iconos del deporte español. Un despliegue visual e interactivo de delicioso aspecto para todos los públicos, no sólo para los aficionados a las carreras.
Es difícil encontrar una colección similar de ninguna estrella de la competición, tan completa, tan mimada, tan colorida, donde destacan los coches que ha pilotado el asturiano desde que apenas hablaba, siendo un crío, con tres años. Los karts, los monoplazas y, sobre todo, los Fórmula 1 se erigen como auténticas joyas de la exposición que el público podrá visitar desde el próximo martes hasta el mes de mayo en las naves que el Canal de Isabel II tiene junto a Plaza de Castilla.
El kilómetro cero
Allí, desde el gran depósito de agua, lleva días ya mirando fijamente un Alonso gigantesco que anuncia la llegada de su ajuar. Sus ojos vigilan desde el norte de la ciudad, los mismos -intensos ya- que miran desde su primera licencia de piloto, la reliquia que abre el kilómetro cero de la muestra. Un rubiete de tres años, con los mofletes colorados, aguarda tímido en el carné oficial de la Federación Internacional que ya le permitía participar en carreras. Ahí, en esa primera infancia, en Oviedo, a mediados de los 80, arranca la aventura de este competidor salvaje, pilar de la edad de oro del deporte nacional y casi pionero en una competición donde, hasta su irrupción, la presencia de los españoles había sido testimonial.
Con él, este país ha aprendido Fórmula 1, negocio británico, de leyendas italianas y dólares del petróleo. Su trajín de los últimos 13 años en la elite queda reflejado en sus trofeos, volantes y monoplazas en los que ha ganado, perdido, gritado de rabia y de gozo. El pasado miércoles, Alonso caminaba despacio por los salones de la exposición. Repasaba detalles, admirando la majestuosidad con la que descansan sus coches, brillantes, con las pegatinas y formas que ahora parecen antiguas. La fotografía exclusiva que ilustra esta página caza al protagonista ensimismado entre sus dos bólidos azules con los que fue campeón del mundo en 2005 y 2006, aquellos Renault que pintaron la alonsomanía.
El piloto, que el lunes corto la cinta en el Centro Arte Canal, ha estado en todo momento muy encima del proceso de selección de material, sólo una parte de su enorme botín, ya que el espacio limitaba el número de objetos a enseñar. Ha tenido que seleccionar un buen puñado de los 95 trofeos recibidos en tantos podios desde 2003. Más difícil aún ha sido dar con algunos de sus karts infantiles, vendidos entonces por necesidades económicas. En el padre del piloto, José Luis Alonso, se esconde el impulso de esta colección, atento desde el primer día a cuidar y guardar los recuerdos de la pasión y después oficio de su hijo.
La recolección no ha sido sencilla. Se han visto obligados en algunos casos a seguir el rastro de algunos elementos hasta subastas en el extranjero. Así consiguieron una de las piezas rara avis de la exposición, un mono verde de Jaguar, donde realizó una sesión de pruebas en 2002. Otra figura de valor único es el motor original del R25, con el que ganó su primer Mundial.
La opinión del mánager sobre la 'Alonso Collection'
«Cuando era niño, soñaba con muchas cosas. Con muchas. Como todos cuando éramos niños, imagino»... Con estas palabras comienza la carta de Fernando incluida en el catálogo de su exposición. Eso es lo que parece. Lo que primero encontrará el visitante al sueño serán los recuerdos jamás vistos. A pesar de tratarse de una personalidad profusamente tratada y opinada, una fotografía de un niño de apenas tres años nos observa pegado a una licencia federativa en la que se asegura que su titular, un querubín de jardín de infancia, es plenamente conocedor de las normas de la FIA.
Lucen orgullosos los dos campeones del mundo, el R25, y el R26. A su lado el McLaren MP4-22, un coche precioso
El primer mono, con sus rodilleras y dobladillos, su primer casco, sus primeros guantes, su primer kart... Su primera copa ganada en Ribadesella en 1985, y la última, ganada en Interlagos hace una semana, son el principio y el punto y seguido de una colección única. Es muy difícil hacer un recorrido por la Fórmula 1 desde el año 2001 hasta el 2013. Pasear por vehículos diseñados con otras normas, con otros motores, diferentes proveedores de neumáticos o colores. Allí están los protagonistas de los madrugones de media España en esta última década. Lucen orgullosos los dos campeones del mundo, el R25, y el R26. A su lado el McLaren MP4-22, un coche precioso al que la historia le concedió el honor de quedar a un punto de igualar la puntuación del monoplaza que acabó ganando en aquel tormentoso 2007.
No falta su primer monoplaza, con el que participó y ganó en la Fórmula Nissan, el F3000 con el que asombró y ganó en Spa en el año 2000. También está el Minardi PS01, el mismo coche con el que debutó en Australia sin pruebas previas. El R23 de su primera pole, primer pódium y primera victoria. El R24, aquel coche extraño que salía muy bien con el que consiguió terminar en cuarta posición el Mundial 2004. Y el R28 y el R29, Singapur, Fuji, el Kers y cómo no, los Ferrari.
La dedicación de un padre a guardar, a acechar el paradero de algún kart oxidado, la magia de volver a convertirlos en lo que un día fueron
Los coches rojos casi campeones esperan al final de un recorrido que aún se sigue escribiendo. Hay trofeos, imágenes exclusivas, recuerdos únicos, hay muchos cascos, suyos, y también de sus rivales, compañeros y amigos. Hay muchos kilómetros, muchos madrugones y mucho sueño. La dedicación de un padre a guardar, a acechar el paradero de algún kart oxidado, la magia de volver a convertirlos en lo que un día fueron, en lo que hoy son. La participación en una subasta para adquirir el mono con el que probó el Jaguar en 2002, la compra de vehículos del pasado y pensar en los que tienen que venir. Son 270 piezas de un sueño, ahora en Madrid. Una oportunidad única para conocer de cerca la materia de la que están hechos los sueños. En nuestro caso: de trabajo y fibra de carbono.